La derecha versus los inmigrantes

Los hechos reales tienden a apoyar los argumentos que los demócratas promueven. En realidad, muchos de los argumentos de la derecha en contra de la inmigración son falsedades.

En su autobiografía Mein Kampf, Adolfo Hitler describe el judío con estas palabras antisemíticas: “el joven judío de pelo oscuro observa, durante horas, con un placer satánico, a la muchacha inocente que él ensuciará con su sangre, robándola a su raza” (Hitler 197). Casi un siglo después de la publicación de Mien Kampf, esta declaración de Hitler se considera racista e ignorante porque perjudica una clase entera de persona. Sin embargo, en 2015, el presidente Donald J. Trump proclamó retorica parecida a la de Hitler, pero dirigida a los mexicanos:

I do business with the Mexican people, but you have people coming through the border that are from all over. And they’re bad. They’re really bad. You have people coming in, and I’m not just saying Mexicans, I’m talking about people that are from all over that are killers and rapists and they’re coming into this country.»

(Nowrasteh, «Are Immigrants Still Assimilating in America?»)

A diferencia de las opiniones públicas sobre las declaraciones antisemíticas de Hitler que la sociedad ahora rechaza plenamente, hay muchos en la actualidad que están de acuerdo con las declaraciones antihispanas de Trump. Existe en los Estados Unidos una actitud racista e ignorante en contra de los inmigrantes hispanos. A pesar de las opiniones polémicas del presidente Trump y su partido político, los inmigrantes hispanos suelen tener buenos motivos para inmigrar a los Estados Unidos y contribuyen plenamente a nuestra sociedad.

Desde los 1970s, la cantidad de inmigrantes que llegan a los Estados Unidos ha crecido. Más de la mitad de las personas que llegan aquí vienen de América del Sur (McIntosh). De hecho, se predice que las personas de raíz europea en los Estados Unidos se convertirán en la minoría por el año 2045 (Frey) y al crecer la cantidad de personas de los orígenes extranjeros, nuestro país inevitablemente cambiará en cada aspecto. Por lo tanto, hay mucha discusión política en cuanto a la inmigración y el papel del gobierno con respecto a ella.

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Los argumentos a favor y en contra de la inmigración suelen seguir las ideologías distintas de los partidos políticos de los Estados Unidos. Los de la izquierda, los demócratas, por lo general están a favor de la inmigración (Democratic Party Platform). Según ellos, los inmigrantes diversifican nuestra economía, población y cultura. La diversidad incrementa el PIB porque hace que la economía se globalice. Más bien, si la cantidad de trabajadores y compradores en el mercado crece, la economía crece también. Por lo tanto, dejar que los inmigrantes vengan a nuestro país es algo que promueve el crecimiento económico (Nowrasteh, «CIS’ All Job Growth Since 2000 Went to Immigrants’ Report Is Flawed»).

Además de añadir valor a la economía, los inmigrantes añaden valor a nuestra cultura. Los Estados Unidos siempre han sido un conjunto de personas de diversas culturas. Lo que muchas personas consideran ser un estadounidense típico es una persona con raíces europeas, cuya familia lleva varias generaciones aquí. Sin embargo, todos los antepasados de esta persona tenían que ser inmigrantes en algún tiempo. Aparte de los nativos americanos, no existe un estadounidense que esté aquí sin los efectos de la inmigración (Hirschman). Y si la inmigración ha funcionado bien desde la fundación de nuestro país, ¿por qué dejaría de beneficiar los Estados Unidos ahora?

Al otro lado de las normas estadounidenses, los de la derecha, los republicanos, creen que hay que poner límites en cuanto a la cantidad de personas extranjeras que dejamos vivir aquí (Republican Party Platform). Sí, los Estados Unidos no existirían si no fuera por los inmigrantes, pero nuestro país ha crecido y cambiado mucho desde su fundación, y ya no nos hace falta que vengan más gente. Ya tenemos demasiados problemas en cuanto a la educación de los niños, el acceso a la atención médica y el crimen que, si hubiera más personas aquí, estos problemas sólo se harían más graves. Estas tensiones hacen daño a nuestra economía e impiden el progreso del país. Antes de abrir la puerta al mundo, tenemos que arreglar nuestros propios problemas.

Otra duda que los republicanos tienen es si los inmigrantes son capaces o no de asimilarse a nuestra cultura (Flickinger). En el pasado, la inmigración ha funcionado bien gracias a la disponibilidad de los inmigrantes a hacerse estadounidenses. Si los inmigrantes escogen seguir identificándose con su país natal, ¿cómo se espera entonces que adoptarán los valores que forman la base de nuestra sociedad? Una sociedad diversa solo funciona cuando todos están de acuerdo en asimilarse los unos con los otros. Siempre habrá personas entre los inmigrantes y los estadounidenses que no adoptarán una actitud que permita que haya diversidad. Es mejor limitar la inmigración para así evitar la contención que viene cuando dos culturas distintas interactúan.

Estas ideologías–la de los demócratas y la de los republicanos–se diferencian mucho. ¿Cuál de ellas es mejor? Los hechos reales tienden a apoyar los argumentos que los demócratas promueven. En realidad, muchos de los argumentos de la derecha en contra de la inmigración son falsedades. Por ejemplo, durante su carrea presidenta, Donald Trump dijo que grandes cantidades de delitos se cometen por los inmigrantes ilegales hispanos (Byers). Esta afirmación es falsa. Los estudios han mostrado tras décadas que el estatus de ser inmigrante no es una medida que determina si es más probable que una persona comita un delito (Martinez 499). De hecho, es menos probable que los inmigrantes hispanos actúen como criminales en comparación a otras clases de inmigrantes (Martinez 506). Cuando el presidente Trump afirma que los inmigrantes están trayendo la delincuencia consigo al entrar en los Estados Unidos, está mintiendo.

Otra mentira que repiten Trump y la derecha es que los inmigrantes roban a los estadounidenses de los trabajos (Politi). Otra vez, los hechos reales cuentan otra historia: la cantidad de trabajos que poseen los inmigrantes hispanos es igual a su porcentaje de la población, y el hecho de que la cantidad de inmigrantes con trabajos está creciendo se debe al hecho que la población de inmigrantes está creciendo también. En otras palabras, los inmigrantes no están robando a nadie sus trabajos. Lo único que está pasando es que el mercado está creciendo, que es una buena noticia para todos. (Nowrasteh, «CIS’ All Job Growth Since 2000 Went to Immigrants’ Report Is Flawed»)

Los inmigrantes no solo añaden valor a nuestra economía sino a nuestra cultura también. Los inmigrantes se asimilan a nuestra sociedad hoy día mejor que nunca (Nowrasteh, Are Immigrants Still Assimilating in America?”). Esto significa que se esfuerzan por adoptar los valores estadounidenses para que encajen aquí. Una prueba muy convincente que los inmigrantes ilegales quieren hacerse estadounidense es el hecho de que más de la mitad de ellos pagan el impuesto sobre la renta, aunque no tienen que pagarlo. Además, ellos están dispuestos a hacer bien los trabajos más difíciles que los de mas no quieren hacer (Marrow 91). ¿No son estos valores–el hacer su parte y la buena cultura del trabajo–lo que definen la cultura estadounidense?

Los inmigrantes ilegales no vienen a los estados unidos para minar nuestro país. Vienen aquí de países quebrantados y peligrosos en busca de la seguridad y la estabilidad económica para sus familias. La decisión para irse de su país natal no es una que los inmigrantes hispanos toman ligeramente (Leal 87). Irse significa dejar atrás el idioma, los costumbres, la comida, la familia y todo lo normal para entrar en una nueva realidad desconocida y a veces aterradora. Nadie haría este cambio difícil a menos que fuera absolutamente necesario y la culpa que Trump y la derecha echan a los inmigrantes muestra una falta de empatía por lo que los inmigrantes sufren para mejorar sus vidas.

Aunque su retórica a veces suena similar, Donald Trump y Adolfo Hitler no son iguales. A diferencia de Trump, Hitler implementó políticas cien veces más discriminatorias y dañadoras que cualquiera política de Trump. Sin embargo, el fascismo crece desde raíces racistas y puede ser posible que Trump y la derecha están sembrando actitudes que harán más fácil que surja otro fascista como Hitler. El teórico cultural Umberto Eco identifica “el miedo de diferencia,” que es el medio al extranjero e inmigrante, como uno des los factores más influyentes en el ascenso del fascismo (Eco 6). No se puede dejar que esto suceda en un país fundado sobre las ideales del sueño americano–el dar la bienvenida a todos en busca de un futuro mejor.

La única forma en que uno puede curarse de las actitudes ignorantes en contra de los inmigrantes es por medio de la educación. Al aprender acerca del valor que los inmigrantes dan a nuestra economía y cultura uno puede estar más dispuesto a dar la bienvenida a las personas que quieren inmigrar a los Estados Unidos. Además, al conocer a inmigrantes en forma personal, uno puede darse cuenta mejor de que él y los inmigrantes comparten el mismo deseo de vivir en un lugar que tiene una abundancia de buenas oportunidades para mejor la vida. Este es la promesa del sueño americano y depende de las personas que ya la han logrado para ayudar a otros a lograrla también.

Bibliografía